El idioma es un espejo de las personas que lo usan, y un reflejo de su cultura, mentalidad, tecnología y otros desarrollos que afectan sus vidas.
El desarrollo tecnológico se aceleró rápidamente en las últimas décadas, y ahora es difícil para nosotros imaginar nuestras vidas sin computadoras personales, teléfonos inteligentes, comunicación 24/7 y múltiples canales de información digital. Nos hemos apegado a las redes sociales y la comunicación digital, lo que revolucionó por completo la forma en que nos conectamos con otras personas.
Las nuevas tecnologías evolucionan continuamente, por lo que necesitan una nueva representación en el lenguaje, ya sea tomando prestadas palabras asociadas de la «vieja escuela» y adaptando sus significados al nuevo mundo digital o creando un vocabulario completamente nuevo.
A medida que los dispositivos e inventos pioneros se introducen y adaptan rápidamente, abandonamos y descuidamos rápidamente los dispositivos antiguos que se han vuelto obsoletos. Así que lo que era tan innovador y útil en 1985, puede ser extraño para los adolescentes de hoy.
Reflexionemos sobre cómo el idioma inglés ha evolucionado en los últimos 35 años, cómo nuestras vidas cambiaron durante este tiempo y cómo el pasado influye en el presente. Generación tras generación, las pronunciaciones cambian, se toman prestadas o inventan nuevas palabras, y el significado de las palabras antiguas cambia y se transforma en nuevos significados. La velocidad de cambio varía, pero si los cambios son más rápidos o más lentos, se acumulan hasta que el significado original se vuelve distante y diferente.
¿Dónde estaríamos sin avatares, hashtags, memes, spam, geeks y otros términos en inglés que Internet ha puesto de moda al usar palabras antiguas para describir nuevas tecnologías y experiencias? Los lingüistas predicen que en 10 años el idioma inglés continuará dominando Internet, incluso entre aquellos cuya lengua materna no es el inglés. Sin embargo, esperan que mute en una variedad de formas diferentes que tal vez no reconozcamos como el lenguaje que conocemos hoy en día. En línea, donde hay menos presión para ser gramaticalmente precisos o usar la ortografía correcta, los hablantes no nativos se escriben entre sí, crean nuevas formas del idioma, sin prestar mucha atención a la precisión.