Lidiar con la interrupción constante y el mal comportamiento puede hacer que las demandas ya intensas de la enseñanza sean aún más desafiantes. Incluso los maestros más efectivos a menudo tienen dificultades para elegir técnicas disciplinarias que hagan el trabajo.
El objetivo es pasar menos tiempo reprendiendo a los estudiantes difíciles y más tiempo motivando y alentando a su clase, pero esto simplemente no es posible si no tiene un plan establecido para establecer expectativas y seguir adelante. Cuando su sistema de gestión de la conducta no parezca estar funcionando, tenga en cuenta estos consejos.
Defina expectativas
Indique claramente sus expectativas para todos los estudiantes y sea explícito sobre lo que implica el buen comportamiento. Sus estudiantes deben entender las consecuencias de un comportamiento que no cumple con las expectativas y saber que serán responsables cuando no sigan las reglas.
Haga que sus estudiantes lo ayuden a escribir reglas de comportamiento y firmar un acuerdo al comienzo del año para que se sientan más responsables de mantener altos estándares. Escríbalas y muéstrelas en el aula. Algunas reglas son universalmente ciertas en casi todas las escuelas. Recuerde incluir las expectativas de ser cortés con los demás, respetar a los maestros y la propiedad de la escuela, y esperar instrucciones antes de actuar en su lista.
Justificar expectativas
Tan importante como establecer expectativas claras es explicar por qué las expectativas están en su lugar. No, no tiene que justificar sus elecciones ante los estudiantes, pero parte de su trabajo como maestro es ayudar a los niños a entender por qué existen reglas tanto dentro como fuera del aula. «Porque yo lo dije», y «Solo hazlo», no son explicaciones que los ayuden a entender.
Enseñe a los estudiantes que las expectativas de comportamiento no están en su lugar simplemente porque usted quiere que lo estén. Las reglas de comportamiento están diseñadas para mantenerlos seguros y hacer que la escuela sea más productiva: adherirse a ellas elimina la necesidad de disciplina y permite relaciones saludables entre un maestro y sus estudiantes. Mantenga una conversación constructiva con toda su clase sobre por qué el buen comportamiento beneficia a todos.
Haga cumplir las expectativas
Una vez que haya establecido las expectativas, modele el comportamiento que está buscando. Proporcione algunos ejemplos de cómo actuar en diferentes escenarios para que los estudiantes tengan claro lo que se espera. Solo después de que haya hecho esto puede comenzar a hacer cumplir las reglas.
Recuerde: Las reglas de comportamiento no deben ser sobre lo que le gusta. Nunca le digas a un estudiante que «te gusta» o «no te gusta» lo que está haciendo, esto implica que el buen comportamiento solo tiene por objeto complacerte y anula por completo el propósito de las reglas.
Al tratar con estudiantes que desafían las expectativas, explique por qué su comportamiento es dañino para sí mismos y para los demás, luego trabaje con ellos para corregirlo. Nunca humille o menosprecie públicamente a un estudiante que está tomando malas decisiones. En su lugar, infórmeles sobre cómo sus elecciones afectan a la clase y sé paciente mientras aprenden. Pruebe un plan de manejo del comportamiento para que los infractores de reglas de rutina rastreen el progreso y llamen la atención sobre los problemas.
Elogie el buen comportamiento
El manejo del comportamiento debe involucrar elogiar el buen comportamiento tanto como, si no más, implica reprender a los estudiantes que están fuera de línea. Este estímulo es crucial para motivar a los estudiantes. Si no se aprecia el éxito, hay pocas razones para esforzarse por lograrlo.
Siempre observe y aliente a los estudiantes que dan buenos ejemplos para el resto de la clase, incluso si solo están haciendo lo que se espera de ellos. Establecer una cultura en el aula que celebre el buen comportamiento y tener un sistema para reconocer a los estudiantes cuando cumplan o vayan más allá de las expectativas. Tus estudiantes querrán formar parte del círculo de ganadores y te encontrarás disciplinando menos cuando la clase vea que el trabajo duro no pasa desapercibido.
Mantenga la calma
La frustración y la ira son respuestas naturales a factores estresantes como el mal comportamiento, pero su trabajo como maestro es mantenerse fresco y sereno, durante estos casos más que nunca. Sus estudiantes cuentan con usted para guiarlos y ser un modelo a seguir incluso cuando están actuando mal. Respira hondo y aparta a ti mismo (o a un estudiante) de cualquier situación en la que tengas miedo de que tus emociones saquen lo mejor de ti.
Recuerde que todos los niños provienen de orígenes muy diferentes y llevan equipaje muy diferente, por lo que algunos pueden requerir una gran cantidad de correcciones antes de que se den cuenta. La mejor manera de mostrarle a un estudiante cómo desea que se comporte es modelando el comportamiento y las reacciones apropiados en momentos de vulnerabilidad.
La comunicación familiar es clave
Involucrar a las familias. Hay una serie de razones por las que un niño se comporta mal en la escuela que usted nunca podría conocer sin ayuda. Al comunicar sus preocupaciones a los padres, puede descubrir que algo completamente fuera de su control está afectando a un estudiante. Mantenga a las familias informadas sobre el comportamiento de sus hijos y apóyese en ellos para obtener apoyo. Siempre resalta el comportamiento positivo y la mejora también.
Elija sus palabras cuidadosamente y nunca juzgue. Sea objetivo sobre lo que nota y dé ejemplos. Es posible que los padres se sientan a la defensiva cuando abordas este tema: aborda la conversación con cuidado para que se pueda llegar a un acuerdo sobre cómo proceder. Un estudiante puede requerir adaptaciones o modificaciones para poder cumplir con las expectativas y las familias son su mayor recurso para comprender estas necesidades.