Los árboles del planeta llamaron la atención con motivo de la conferencia sobre el cambio climático celebrada en París (COP21), que tenía como objetivo alcanzar un nuevo acuerdo vinculante contra el calentamiento global. De hecho, los árboles son nuestros mejores aliados para reducir las emisiones de CO2 en la atmósfera.
Una noticia particularmente sorprendente proviene de un estudio dirigido por Thomas Crowther en la Universidad de Yale, según el cual el mundo está poblado por tres mil mil millones de árboles (3,040,000,000,000), lo que significa 427 cada ser humano. ¿Por qué es sorprendente esta cifra? Porque la estimación es ocho veces mayor que la anterior, que contaba unos 400 mil millones de árboles.
De estos, unos 1.300 millones se encuentran en zonas tropicales y subtropicales, 610 mil millones en regiones templadas y 740 mil millones en regiones boreales, grandes bosques de coníferas justo debajo del Círculo Polar Ártico. Sin embargo, el estudio también muestra datos negativos relacionados con la deforestación: los seres humanos talan unos 15 mil millones de árboles cada año, pero plantan solo 5 mil millones de árboles.
La cifra sobre la deforestación se confirma en otro estudio realizado por Global Forest Watch (GFW), herramienta para monitorear los bosques, lanzado en febrero de 2014 por el Instituto de Recursos Mundiales junto con Google. En este caso, las estimaciones de deforestación se han calculado en hectáreas (no en número de árboles, como hizo el estudio de Yale). En 2014, se perdieron 18 millones de hectáreas de bosques, un área que duplica el tamaño de Portugal, mostrando una tendencia decreciente por segundo año consecutivo, después del récord negativo de 2012.
Las regiones tropicales, que albergan el mayor número de árboles, son las áreas que más sufren la deforestación, con 9,9 millones de hectáreas perdidas solo el año pasado. El GFW identificó cinco puntos críticos, las áreas donde el fenómeno se concentra principalmente. Las selvas tropicales brasileñas e indonesias; la región del Mekong, particularmente dentro de las fronteras con Camboya; la región del Gran Chaco que se extiende entre Paraguay, Argentina y Bolivia; África Occidental y la cuenca del río Congo; Madagascar.
Arrojar luz sobre lo que está sucediendo en estos territorios puede contribuir a establecer límites, controles y propuestas para salvaguardar las zonas excesivamente explotadas con fines agrícolas e industriales. En este sentido, Brasil representa un ejemplo positivo. Desde el conocido problema de las plantaciones de palma aceitera de Indonesia hasta la creciente demanda de soja en América Latina y la construcción de centrales hidroeléctricas en el Mekong: los datos, si se analizan correctamente, pueden ayudar a tener una imagen completa de los riesgos y mejorar los sistemas de conservación. Este es el tipo de desarrollo que la Tierra necesita, un desarrollo basado en la tecnología y el conocimiento para crear conciencia y lograr la sostenibilidad.
Traducido por Camilla Soldati