Mi nombre es Daniel y vivo en Szczecin, Polonia.
Me gustaría contarles un testimonio acerca de mi salvación. En agosto de 2001, fui a Inglaterra para la Reunión Principal de la asamblea de nuestra iglesia. Había sido invitado por mi tía Evelyn y mi tío Jason.
Al principio fue bastante difícil para mí, porque no entendía mucho sobre el cristianismo. Casi todo lo que escuché era nuevo para mí. Por supuesto que había leído la Biblia, pero nunca me di cuenta de que todo lo que estaba leyendo podía ser relevante para mí y que Dios podía estar presente en mi vida. Después de unos días en la Reunión Principal comencé a entender lo que la Biblia realmente significa: vida eterna, cielo e infierno, y así sucesivamente so así que tomé mi decisión por el Señor y el mismo día por la noche fui bautizado bajo el agua (MARCOS 16:16). Fue increíble, porque me sentí como los primeros Apóstoles y me di cuenta de que había entrado en el Reino de Dios. Después de la oración, recibí el Espíritu Santo y comencé a hablar en otras lenguas. Alabado sea el SEÑOR por SU gran amor y misericordia.
También quiero escribir sobre un gran testimonio que sucedió después de que me convertí en cristiano. Vivo en la casa de mis abuelos y desde que me convertí en cristiano, la situación en mi familia ha cambiado drásticamente. Mi relación con mi abuelo estaba rota y era difícil. Empezó a perseguirme. No aceptó que yo quería orar o pasar tiempo leyendo la Biblia. Un día, cuando estaba orando y leyendo, me di cuenta de que de alguna manera debía demostrarle a mi abuelo que Jesús está vivo dentro de esta asamblea y que esto no es una especie de secta extraña. Quería que supiera que somos una iglesia con gente creyente en la Biblia y temerosa de Dios. Ese día decidí superar mi miedo ante los hombres.
Mi abuelo había tenido problemas con las piernas y no podía caminar, cada paso era difícil y doloroso para él. Un día después de una misa católica, llegó a casa y se enojó conmigo. Para ser honesto, ya estaba preparado para esta situación. Esta era mi oportunidad stood me mantuve firme y dije que era un hipócrita y que si quería ver a Dios moverse, podía dejarme orar por su enfermedad.
Puse mis manos sobre sus piernas y ordené que la enfermedad se fuera. Podía sentir el Poder del Espíritu Santo fluyendo a través de mis manos. Después de la oración le dije: «Levántate y camina». ¡No podía creer que estaba curado!!!! Alabado sea el Señor por este gran milagro.
Ahora tengo gran hambre por el Señor y Su enseñanza y oro constantemente para que todos mis amigos sean salvos pronto.
En el amor de Cristo, Daniel